Patria mestiza
- ciudadanotoriello
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“España no es la madre Patria; es el padre, cruel y despiadado, que avasalla a la mujer indígena y la abandona en etado de gravidez.” – frase atribuida al estadista liberal Benito Pablo Juárez García (1806-1872); jurista zapoteca que además de encabezar la viril derrota militar de la invasión francesa de Napoleón III a México, fue Presidente de su nación de 1858 a 1872.
Empecemos por indicar que no hay tal cosa como una “raza española”. España está habitada por los descendientes de dos vertientes migratorias principales que se iniciaron en los albores del paleolítico. Por el norte, rebasando la barrera pirenaica, llegaron los hombres que “venían del frío”: razas caucasoides, de tez pálida, ojos zarcos y frecuentes cabellos rubios. Por el sur, a pieo a caballo por las riberas, o embarcados sobre sus aguas, los que venían del otro lado del Mediterráneo, con la piel más curtida por el sol, de cabellos y ojos usualmente más oscuros. Por eso me decía un mentor jesuita de mi juventud: “los españoles, en el norte, somos un poco más celtas; y en el sur, un poco más moros. Pero en todos lados, somos algo de los dos”. Y añadía: “algo así como ustedes, los guatemaltecos, que en Occidente son un poco más indios; y en Oriente, un poco más españoles. Pero en todos lados, son algo de los dos”.
El asunto viene a cuento porque hay renovada discusión pública (gracias, Marta Elena Casáus) acerca de quiénes somos y por qué -disimuladamente y a veces no tanto- somos tan racistas. Y además, porque en ese contexto -el de la nación “pluricultural y multiligue”- se discute también acerca de la necesidad o de reformar la Constitución en aspectos específicos, o de “re-fundar el Estado”, a través de una nueva y flamante Asamblea Nacional Constituyente, para, así,supuestamente, enfrentar con tino los desafíos de nuestra heterogeneidad étnica y cultural. Eso nos obliga a meditar sobre qué es nación, qué es Estado, cómo puede funcionar mejor una república, etc. O sobre “la raza” chapina. Temas hasta hace poco tormentosos en Guatemala, que tiene una cultura que por evitar la siempre temida confrontación abierta, alberga solapados perotercos conflictos no-resueltos. Por eso conviene, para empezar, revisar los hechos...
El proceso del mestizaje español es muy antiguo y recurrente, pero tiene algunos momentos clave. Los “celtíberos” que emergieron del neolítico ya eran un pueblo híbrido, aunque relativamente más homogéneo en el interior de la Península y menos en la periferia, salpicada degriegos y fenicios, sobre todo en las costas del sur, a resultas de la búsqueda de los metales de la edad del bronce. Con el hierro (mil años adC), llegaron más celtas por el norte y luego, los cartagineses, descendientes de los fenicios, por el sur. Pero el asunto no llegó a ebullición, sino hasta que llegaron los romanos (s.III adC), que avasallando a los cartagineses en “el levante”, pronto cubrieron a toda la Península con la “pax romana”, que descansaba en una red de carreteras por donde se impuso una Ley común, a través de una fuerza de coerción social común, las legiones; y sobretodo, una “lingua franca”, o idioma común. La provincia romana de Hispania fue, pues, el antecedente de una España unificada que se identificaría en torno al uso eventual de una lengua romance, hija del latín, como su nueva lingua franca. Pero no sin antespasar por otros momentos clave, previos al claro surgimiento de la nación española. Primero: los bárbaros que descendieron como aves de rapiña sobre aquella provincia romana en el s.V ddC: vándalos, alanos y suevos. Aunque a la postre, con excepción de los suevos (que se “amacizaron” en la esquina geográfica que hoy es Galicia), los demás fueron desplazados por los visigodos, medio-mercenarios de Roma, germanoides también, pero ya bastante “romanizados” y por ello, algo “cristianizados”. Tres siglos después, con la expansión del Islam, los agrestes reinos cristianos resultantes del asalto visigodo del s. V, enfrentaron una crecientementesofisticada invasión musulmana, a partir del s.VIII; y tras ella, siete siglos de pleitos entre moros y cristianos. En 1492, merced a un incipiente sistema financiero moderno que les permitía costear grandes empresas militares mediante lo que hoy llamamos deuda pública, los apodadosReyes Católicos consumaron el epílogo de “la reconquista” de España, coincidiendo con “el descubrimiento” de América. En apretadísima y simplificada síntesis, ese es el pueblo español que nos conquistó: compuesto de varias razas unificadas en torno a las leyes comunes de un Estado monárquico, de amplia capacidad coercitiva, que le hablaba a todos sus súbditos,diversos, en la nueva lingua franca: el “castellano”...
De este lado del charco, en la hoy empequeñecida Guatemala, la demografía equivalente había tenido menos influencias externas, pero no había sido menos accidentada. La evidencia paleo-antropológica indica que empezamos a poblarnos después de la última glaciación, cuando un pronto nuevamente desaparecido puente terrestre en donde hoy queda el estrecho de Bering, hizo posible el paso de pequeñas bandas de cazadores-recolectores, hace alrededor de unos 12 a 15mil años. Eran pequeños grupos de origen mongoloide que vinieron en busca de las grandes piezas de caza; y las cazaron, por cierto, hasta extinguirlas en todo el continente. Ya sea por su llegada tardía, por su falta de contacto con otras culturas, o por la relativa abundancia de alimento carnívoro, el hecho es que nuestro neolítico (el surgimiento de la agricultura y la vida sedentaria) empezó aquí hasta el tercer milenio adC, unos siete milenios después que en el continente Euroasiático, retrasando así nuestra cronología tecnológica en relación al resto del mundo. Ocurrió en torno al maíz, el frijol, los güicoyes y los chiles, aderezados con chompipe y perros de engorde. Pero pese al ya mencionado aislamiento, del primigenio horizonte cultural Olmeca, al inicio de nuestro período pre-clásico, en Guatemala pronto llegamos al horizonte cultural Maya, que empezó a desarrollar un impresionante proto-Estado, en la cuenca del Mirador ¡mil años antes de Cristo! Para cuando llegaron los españoles, no obstante, el mundo de nuestros pueblos originarios había tenido ya dos grandes crisis catastróficas: la que terminó con el florecimiento temprano del pre-clásico (s.II ddC) y la del ominoso “colapso” del mundo clásico, que en Guatemala ocurrió en torno al S. IX ddC. En el mundo post-clásico guatemalteco, por otra parte, hubo mayor dispersión cultural y lingüística que en el clásico, al punto de que esa dispersión se convirtió en una de las mayores vulnerabilidades frente a losimpulsos expansionistas de pueblos vecinos, crecientemente unificados por el náhuatl. En particular, y articulados sobre un circuito comercial circular que venía desde los tiempos en que Teotihuacán y Tikal tenían amplias relaciones, los mexicas comerciaban y espiaban al mundo del post-clásico maya, anticipándose a una futura invasión. No es aventurado especular que si los españoles se hubiesen tardado otro cuarto de siglo en llegar, habrían encontrado a los habitantes de Guatemala hablando náhuatl. Este fenómeno es relevante para nuestro tema,porque dio forma, carácter y viabilidad a la conquista y cristianización “españolas”, encabezadas por los Alvarado y su puñado de peninsulares...
En efecto, es pertinente evidenciar ciertas características del surgimiento de nuestra clase dominante y del proceso de ladinización desde el s.XVI, para entender mejor la relación sicológica del guatemalteco con el racismo y el concepto mismo de raza. Hay que señalar que los barcos españoles transportaban mayoritariamente hombres, por razones económicas. Al principio traían algunas “mujeres de alquiler” y después, también “lotes” de “damas casaderas” (las “traídas”, luego, aquí, “traidas” de España); pero, típicamente, los pasajeros eran, por ampliamayoría, de género masculino. Consecuentemente, el mestizaje temprano -abierto o solapado- era inevitable. Así, los conquistadores españoles vinieron a Guatemala, acompañados y precedidos de conquistadores tlaxcaltecas y de otros pueblos del centro de México, aliados; con cuyas mujeres se habían “amancebado” -o casado- los peninsulares. Estos aliados y parientes, ya“cristianizados”, se “españolizaron” al punto de constituirse en parte integrante del sistema de dominación resultante. Desde la aristocracia, como lo ilustra el caso de doña Leonor de Alvarado, hija del Adelantado con doña Luisa de Xicoténcatl; hasta las abundantes poblaciones mexicanas de Amolonga, primero, y de la villa de Guadalupe, después; eran fundamentalmente “indios ladinos (listos)” que convenientemente “cristianizados”, adoptaron costumbres y actitudes “españolas”. Estos nuevos “cristianos” -y otros similares de origen cakchiquel y pocomam que por razones de supervivencia se adhirieron después- encontraron estímulos en el nuevo orden colonial para ocultar o minimizar su ancestro indígena, al punto de que sucesivas generaciones, crecientemente “ladinizadas”, llegaron hasta a ignorar sinceramente la realidad de su procedencia étnica. Pero “amor y aborrecimiento, no quitan conocimiento”: por eso es ridículo que los guatemaltecos -de cualquier clase- exhiban “racismo” contra los indígenas, cuya sangre casi siempre corre, en mayor o menor grado, por sus venas...
En el año 2005 la National Geographic Society inició un masivo proyecto (The Genographic Project) para revelar los patrones de migración de la especie humana sobre todo el planeta. La evidencia genética que todos llevamos en la sangre, revela que todos los seres humanos de hoy, descendemos de un africano cuyos descendientes abandonaron dicho continente hace apenas unos setenta mil años y con un fenotipo similar al de los actuales aborígenes australianos y neo-zelandeses (los que han sufrido menos mutaciones desde el ADN de aquel “tatarabuelo genético”). Ese cuasi-mítico tatarabuelo tuvo prole con más de una mujer, y por eso la equivalente “tatarabuela genética” es una africana que vivió hace unos 130 mil años. A partir de esos ancestros, la tecnología actual ha permitido establecer “las rutas” por las que discurrió el largo peregrinaje humano para poblar al mundo de homo sapiens y dónde y cuándo ocurrieron mutaciones genéticas para adaptarse mejor a los entornos físicos, identificando sus respectivos “linajes” por sus marcadores genéticos en nuestro ADN. Por pura curiosidad, yo investigué mi línea patrilineal y documenté que desciendo de un asturiano segundón, de 17 años, Pedro Antonio de Toriello y Río, que se embarcó, como “paje” de un “oidor” de la Audiencia de Guatemala, en Cádiz, el 2 de Agosto de 1774, “en busca de fama y fortuna en las Indias”. A partir de allí, “le seguí la pista” (a través de partidas de bautismo y matrimonio) a todos sus descendientes varones, aprendiendo de “sus vidas y milagros”, hasta descubrir que pertenezco a la octava generación de sus descendientes. Pero por aquello de que uno tiene 2 padres, 4 abuelos, 8 bisabuelos, 16 tatarabuelos, etc., las matemáticas indican que mi conocimiento de Pedro Antonio de Toriello y Río, explica apenas 1/256, o sea cuatro milésimas partes, de mi herencia genética. Y en el caso de mis nietos (décima generación), ¡menos de una milésima parte! Por eso, torné al proyecto de la National Geographic y me sometí a sus exámenes de ADN (con un isopo de algodón que recoge saliva) para esclarecer mi composición genética porcentual. Resultó que pese a que siempre fui considerado “canchito” en Guatemala, además de otros porcentajes como el de “moro”, llegado a España por el norte de África y de otras procedencias menos sorprendentes, tengo un 14% de material genético “amerindio”, del que llegó aquí por el estrecho de Bering. Me gustaría que algunos racistas chapines que conozco, dizque muy canchitos, se sometieran a este tipo de análisis, para que sorprendidos, salieran de suprejuiciosa y francamente ridícula, ignorancia...
Benito Juárez luchó toda su vida por un régimen republicano en el que no hubiese discriminación alguna por razones de color de la piel, procedencia social o creencias políticas y/o religiosas. Su activismo social temprano lo hizo adalid del combate a las injusticias y los privilegios. Fue uno de los principales artífices de la Constitución Mexicana de 1867, de gran influencia en nuestra Constitución de 1879. Como liberal auténtico, cooperó con Miguel García Granados para derrocar a Vicente Cerna en Guatemala, así como Abraham Lincoln cooperó con él, para expulsar a los invasores franceses, aliados a los conservadores mexicanos, de su Patria. Su vida es testimonio de esfuerzo casi sobre-humano y aleccionadora apertura de criterio: superando su analfabetismo de temprana juventud, por ejemplo, aprendió el idioma español, se educó hasta graduarse de abogado y siendo juez, de 37 años, cortejó y se casó con Margarita Maza, de 17 años, joven heredera de una acaudalada familia criolla (en la que su hermana Jacinta había trabajado como cocinera, en Oaxaca) y con quien tuvo una docena de hijos, ya no zapotecas ni criollos, sino, simplemente, mexicanos. El mundo por el que Juárez luchó en México, no se ha hecho plena realidad aún en Mesoamérica y ciertamente, nó en Guatemala. Para acercarnos a la realización plena de esos ideales aún faltan importantes batallas políticas. No estoy seguro de que una Asamblea Nacional Constituyente sea la ruta más efectiva, pero eso ya es materia de mi siguiente artículo. Más que “inventar de nuevo el agua tibia”, creo que es necesario que las relaciones de poder cambien de veras en Guatemala. El meollo, a mi juicio, está en que ya no podermos seguir en manos del pensamiento ultra-conservador que nos ha estafado el 90% del tiempo durante los últimos doscientos años...