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El Movimiento por una Auténtica República Democrática (ARDE)

  • ciudadanotoriello
  • 19 ago
  • 7 Min. de lectura

“La idea es un meteoro.” – François-Marie Arouet (Voltaire, 1694-1778).


Antecedentes históricos


Guatemala ha sido estafada políticamente el 90% del tiempo durante los últimos dos siglos. En 1821, por ejemplo, nuestras mejores mentes intentaron darnos una República, la de la Patria Grande, Centroamérica, para superar el pesado fardo de nuestra cruenta herencia colonial. Pero tras incendiar el país, la reacción ultra-conservadora terminó imponiéndonos una monarquía aldeana, con “presidente vitalicio” y sin Carta Magna, en un territorio atrozmente disminuido (¡a la sexta parte!) por su egoísmo y su traición. Medio siglo después, el descontento resultante condujo a la Revolución de 1871, que ofreció Constitución, un moderno régimen de propiedad privada y hasta el sueño truncado de una renovada unión istmeña; pero en manos de políticos venales, aquella gesta inicialmente idealista, bajo el influjo del dinero fácil, nos terminó imponiendo un semi-feudal Capitalismo de Plantación y el irrespeto a la Ley de los gobernantes. Se consolidó así un país con sólo un puñado de ricos enseñoreado sobre el mayoritario pobrerío... Gallardo e indómito, sin embargo, el pueblo de nuevo se alzó contra aquellas injusticias con la Revolución de 1944. Trágicamente, apenas diez años después del inicio de esa “primavera democrática”, las fuerzas regresivas -con cómplice auxilio externo- tumbaron al gobierno constitucional y nos enfrascaron en una larga vorágine de polarización, violencia y represión. Hasta que hastiado de la violencia fratricida y en un accidentado proceso político relativamente reciente, el pueblo guatemalteco cristalizó sus aspiraciones en la actual Constitución Política de la República de Guatemala (CPRG, 1985), buscando el retorno a la civilidad y a la democracia. Pero la Guatemala posible, esa que se adivina pero que aún no llega, siguió distante. Como parte de lo que pareciera un sino trágico y torciendo -con güizachadas- la auténtica institucionalidad republicana, las fuerzas regresivas nos han estafado de nuevo, conduciéndonos a la hipócrita “democracia de fachada” que hoy padecemos.


Fruto de una entente entre la oligarquía, ‘los oficiales que ganaron la guerra’ y algunos exguerrilleros ‘aggiornados’, la Constitución de 1985, legítima, doctrinariamente equilibrada y conceptualmente bien estructurada (aunque quizá demasiado larga, en vez de ‘principista’), ha sido, de nuevo, burlada en su aplicación. Las circunstancias mundiales y locales ya no permitían ignorarla abiertamente o derogarla -como se hacía en el pasado- y por eso hubo que hacer algo más alambicado: los tres grandes ‘titiriteros’, aludidos arriba, la modificaron en 1994 (con apenas la participación de un 15.9% del electorado) y con ésa y otras maniobras, crearon un sistema político sin verdaderos partidos políticos; uno en el que la discusión pública de los problemas nacionales se restringe y se censura; uno en el que las opciones políticas se limitan arbitrariamente y en el que el poder ejecutivo, en la práctica, se ‘compra’, con insulsa pero intensa y breve campaña publicitaria. Uno en el que los diputados “se elijen” de “listas” de “listos”, mayoritariamente, desconocidos. Como resultado de este sistema aparentemente democrático, pero en realidad perversamente oligárquico, tenemos a diputados que no representan las corrientes de opinión que realmente existen en el electorado, en proporción a su peso real; y hasta el 2023, nos habían obligado a escoger Presidente de una oferta previamente ‘filtrada’ en la que ‘el premio’ recaía, indefectiblemente, en el dizque ‘menos pior’. Estos dos poderes espurios, a su vez, son los que han venido poniendo a los jueces y magistrados de las altas Cortes, asegurándose así de la protección ‘legal’ de sus agendas... (y) los... grandes titiriteros -además- se han hecho de recursos para mantenerse en el poder mediante una corrupción galopante, tolerada por la oligarquía, siempre y cuando se preserve el paradigma conservador: pocos impuestos, pocas regulaciones y represión de la disidencia. Así, con todo y nuestra flamante Constitución, el viejo ‘aycinenismo’ -ahora sin Aycinenas- volvió a la vida: el gobierno se delega a bandas de rufianes, a quienes se les tolera enriquecerse ilegalmente a la sombra del poder, a cambio de garantizar la vigencia del paradigma conservador. Con ese sistema, los encargados de reformar las ‘reglas de juego’, esa mayoría de ‘representantes que no nos representan’, son los principales beneficiarios de las reglas viciadas, y por eso, el sistema no se reforma.


La coyuntura actual


Algo de eso cambió en las elecciones del 2023. Distraído por sus rivalidades internas, al régimen anciano “se le coló” Bernardo Arévalo a “la segunda vuelta”. Con una opción democrática en esa posición, ya no se pudo neutralizar completamente al electorado moderado, que instintivamente, votó por el cambio. Sorprendido y encolerizado, el viejo régimen primero gritó “¡fraude!” y cuando nadie le creyó, inició un hostigamiento permanente desde su ariete público, un Ministerio Público en manos del pacto de corruptos (pdc). Al no poder impedir tener un Ejecutivo “no-alineado”, se atrincheraron en el Congreso, en la burocracia continuista y en los Tribunales, entes en los cuales mantienen importantes cuotas de poder. Desde esos bastiones, y pensando que el resurgimiento del autoritarismo en el primer mundo los habría de fortalecer, han tratado de castrar al poder Ejecutivo. Lo han acorralado en el Legislativo y en las Cortes. Teniéndolo maniatado, tratan de desprestigiarlo por su provocada inacción, tildándolo -absurdamente- de ser “el peor gobierno de la Historia”. Pero calcularon mal. Ya no tienen la adhesión automática ni del Ejército ni de “la Embajada”. En Washington hay un consenso bipartisano de que ellos son “la causa última” del desborde migratorio y del trasiego de drogas. Casi nadie los quiere. Y la tecnología, que ha hecho posible el desarrollo de la internet y las “redes sociales”, les ha arrebatado el control de la opinión pública a la que estaban acostrumbrados.


Es así como tenemos este estado de cosas ambivalente. A pesar de tener en el Ejecutivo a un gobierno democrático, aún tenemos presos políticos y ciudadanos perseguidos por sus ideas. Periodistas, como José Rubén Zamora; funcionarios, como Luis Pacheco y Manuel Chaclán; y cientos más, sufren prisión o exilio, fundamentalmente, por desafiar y enfrentar los abusos del viejo régimen. El sistema jurídico aún se utiliza como instrumento para criminalizar la protesta, eliminar rivales políticos y tratar de impedir la libre expresión del pensamiento. Han llegado al colmo de quitarle ilegalmente sus facultades, en el Congreso, al partido a cuyo candidato le dio el pueblo el triunfo en las urnas. Así, la economía, hoy críticamente dependiente de las remesas, no termina de despegar. Pero a pesar de todo, la oportunidad de cambiar el rumbo, sigue ahí...


El Movimiento y su agenda


Por todo lo anterior ha surgido el Movimiento por una Auténtica República Democrática. Para terminar con lo que empezó con las manifestaciones en la Plaza en el 2015. Para consolidar lo que se inició con las elecciones del 2023 y se exigió en las calles en el 2024. Para que renazca la esperanza en un futuro mejor. El propósito fundamental del Movimiento es impedir, democráticamente, que vuelva el pacto de corruptos, operador del régimen anciano, a ocupar los tres poderes del Estado. Sabemos que con sus dineros malhabidos y sus corruptelas, pueden embaucar a entre un 15 y un 20% del electorado. Pero ya no pueden embaucar al 70% que es moderado; que aspira a vivir en una Nación libre, justa y próspera, donde impere el Estado de Derecho. Y no podrán hacerlo, si esa mayoría moderada se organiza, ya que ha sido su deliberada división la que ha hecho posible la continuada presencia en el poder de las fuerzas retrógradas.


Consiguientemente, ARDE pretende contribuir a la formación de una oferta política unificada en las próximas elecciones. Para lograrlo, invitará a diversos partidos no radicales -desde la centro-izquierda hasta la centro-derecha- a suscribir un acuerdo con dos componentes: (i) el compromiso explícito y público de que sus candidatos a diputados defenderán en el futuro Congreso -y sus demás candidatos en las acciones del Ejecutivo y de las municipalidades- una agenda política mínima (que se detalla a continuación); y (ii) el compromiso explícito y público de declinar oportunamente su candidatura presidencial, en favor de quien resulte favorecido por la opinión pública, mediante un sistema de “elección primaria informal”, que apoyado en estudios de opinión y mecanismos de consulta directa, llevará a cabo el Movimiento. La Agenda Política mínima, se puede esbozar así:


1) Continuar y profundizar la lucha contra la Corrupción. Eso implicará dejar de hostigar a los operadores de justicia que combaten al crimen y de perseguir a los periodistas y disidentes que critican al régimen. Implicará depurar al Organismo Judicial, dotarlo de procedimientos y técnicas modernas y por añadidura, de suficiente presupuesto;


2) Reforma Política: modificar democráticamente la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP) y los preceptos constitucionales que sean necesarios, para que tengamos en el futuro representantes que sí nos representen, en proporción a la presencia real de las corrientes de opinión en el electorado. Propiciando el desarrollo de auténticos partidos políticos, sin “dueños”, con ideologías definidas, con amplia militancia y democracia interna. Tras efectuar esta reforma política, se deberán abordar los temas que la Constitución Política de la República de Guatemala (CPRG) dejó inconclusos, como las leyes constitucionales aún sin desarrollar, además de enmendar otras falencias de nuestro sistema jurídico; y


3) Re-construir y desarrollar la red de satisfactores sociales básicos (escuela para todos los niños; hospital para la gran mayoría; transporte cotidiano accesible; comunicaciones razonablemente eficaces y mecanismos para la adquisición de vivienda decente para quienes trabajan), aprovechando plenamente la capacidad productiva del país, su amplio crédito y la racionalización democrática del Presupuesto de Ingresos y Gastos del Estado.


El Método


Para llevar a cabo sus fines, ARDE organizará “foros” de discusión, “en cascada”, que permitan que la magia de la progresión geométrica haga crecer nuestros números y consiguientemente, nuestra capacidad eleccionaria. En cada uno de estos foros, organizados en “WhatsApp” o red similar, un “enlace” a un foro que apadrina, invitará a al menos diez nuevos ciudadanos a engrosar el Movimiento integrando ese nuevo foro y asignándoles un código de identificación. En ese nuevo foro, se recibirán y transmitirán mensajes e información relevante a nuestro proceso político, para aumentar la consciencia ciudadana. Cada uno de los integrantes del foro, apadrinará a su vez, a otros diez ciudadanos, para que integren nuevos foros, identificados con códigos que serán comunicados en el momento del reclutamiento. De esta manera, habrá varias “generaciones” de “foros ARDE”, que transmitirán información y retroalimentarán a sus enlaces al responder a sondeos y a votaciones internas. Cada generación aumentará el número de “ardientes militantes” en un factor aproximado de diez. Así, la primera generación tendrá diez militantes; la segunda, cien; la tercera, mil; y así sucesivamente hasta que en la séptima generación (con diez millones) se pueda cubrir, teóricamente, todo el padrón electoral. La primera generación, informalmente llamada “el Consejo de Ancianos” e integrada por al menos doce miembros, ya incluye mujeres y hombres; jóvenes, maduros y ancianos; indígenas y ladinos y persuasiones ideológicas que van desde la social democracia, hasta un conservadurismo inteligente, pasando por auténticos liberales. El denominador común es que todos profesamos una genuina convicción democrática y apoyaremos la agenda patriótica de ARDE.


Así que esté atento, ciudadano. Aunque aún estamos empezando, pronto oirá de nosotros. Un enlace o “padrino” lo contactará, para invitarlo a integrar un nuevo foro ARDE. Al hacerlo, le explicará la mecánica y le asignará su código de identificación. La idea es identificar y motivar a la estructura informal de liderazgo de la Nación. Para rescatar a la Patria. Y si no lo contactamos pronto, ciudadano, búsquenos; queremos reclutarlo. Para darle un mejor futuro a nuestros hijos. Porque usted puede hacer la diferencia; el futuro, con su participación, es nuestro...

 
 
 

2 comentarios


Mario F Roche
Mario F Roche
25 ago

bienvenido el planteamiento, importante es comenzar y acelerar el paso, los contrarios ya empezaron

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Nim Komon
Nim Komon
25 ago

Por qué no logran entender, que un movimiento más que nazca de arriba hacia abajo, tendrá siempre su fin, en la derrota... ni codeca, se puede pensar que es un movimiento desde abajo...

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