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  • Foto del escritorCiudadano Toriello

Las tres Gracias en el candelero…

Actualizado: 14 may 2019

"Publicado en la sección de Opinión de elPeriodico el 14 mayo 2019"

Pedro Pablo Rubens pintó en el siglo XVII a tres voluptuosas mujeres, las tres castas Gracias del mito griego, que hoy se exhiben en el Museo del Prado, en Madrid y que nos recuerdan que los conceptos de lo apropiado y lo bello varían con la época y el punto de vista del observador...

Nadie tiene bola de cristal que permita ver el futuro, pero cuando nuestra Corte de Constitucionalidad informó el pasado miércoles que resolvería el caso de Zury Ríos el lunes 13 del mes que corre (ayer) y el de doña Thelma hasta el miércoles 15, junto al de doña Sandra, cambió drásticamente el rumbo de las especulaciones sobre la resolución de las incertidumbres que privan en torno a las tres señoras que han venido acaparando la atención del electorado guatemalteco. La primera, esperanza de “la derecha”, conservadora, y las otras dos de “la izquierda” (una, de la ingenua y otra, de la cínica), las tres, “están en el candelero”. Antes del miércoles se había especulado que “la extensión del plazo” para resolver el caso de Zury era una manera de asegurarse, por parte de la CC, que su esperado y previo amparo a favor de doña Thelma fuera ejecutado oportunamente, sin interferencia maliciosa y retardataria de la CSJ y del TSE, so pena de que se “retornara el favor” de manera equivalente. El desenlace esperado del drama era, entonces, que en una forzada entente, “las tres correrían”. Eso cambió el pasado miércoles, cuando el desenlace esperado ahora es que no habrá entente alguna y quizá, hasta abierta confrontación. Que hasta “la que no nos callará” podría salir de la escena, pues las crecientes evidencias de sus pasadas “hazañas” y peores intenciones, son demasiado hasta para la gente de Mr. Trump que ha estado apoyando a Jimmy, y que aquellos que sabemos escuchan nuestras conversaciones y hasta parecen leer nuestros pensamientos, tras las pláticas con don Marito Estrada, están haciéndole saber a más de un magistrado, su amarga opinión. Mientras tanto, la docena y pico de opciones políticas adicionales son virtualmente desconocidas para la mayoría de los ciudadanos, en virtud de torpes y maliciosas trabas legales, ausencia de fondos para la promoción y difusión de las ideas y el desencanto de los votantes con nuestro sistema político, que no propicia la discusión pública inteligente. Estando a las puertas de que la logística de impresión, clasificación y distribución de papeletas para las elecciones imponga plazos impostergables para definir la presencia de los candidatos en la contienda, lo único concreto es que “las tres Gracias” guatemaltecas, esta semana, están “en capilla ardiente”, a merced de las Cortes. Es difícil imaginar un cuadro más elocuente sobre la debacle de nuestro atrasado, falsamente democrático e hipócritamente legalista sistema de partidos políticos: es el fin de una época...

Esta ya innegable debacle nos plantea peligros, pero también oportunidades, ciudadano. El peligro principal, es que en medio de un sistema de partidos que se cae a pedazos frente a nuestros ojos, de nuevo “se cuele” a la Presidencia un personaje (como “el doctor Palo” Giammattei y sus cuestionados amigos) que esta vez gritando, hipócritamente, “soberanía”, nos arrastre de vuelta al Estado gansteril que hemos tratado de sacudirnos desde Abril del 2,015 y hacia el que nos desliza Jimmy. Pero, por otra parte, la estructura informal de liderazgo de la

Nación también podría, en estas circunstancias de debilidad del sistema clientelar, propiciar el inicio de un proceso político auténticamente democrático en Guatemala, forzando a los partidos que sobrevivan a definir su ideología, a transparentar sus finanzas y a definir sus posturas y sus candidatos mediante procesos eleccionarios internos, en los próximos cuatro años. Tenemos ya tres cuartos de siglo de mantener el estéril enfrentamiento que hoy se manifiesta en nuestras Cortes, y que se da entre dos visiones políticas fracasadas: la de una “derecha” inmovilista, conservadora, que no quiere que las cosas cambien, bajo la tesis de que “si dejamos en paz al sistema”, la prosperidad eventualmente “se derramará” sobre nuestras mayorías desesperanzadamente empobrecidas; y la de una “izquierda” que parece inmune a las lecciones de la Historia, que continúa postulando que redimirá nuestros pecados sociales con el forzoso reparto de lo ajeno. Este viejo enfrentamiento nos ha llevado a derrocar gobiernos (el de Arbenz, por ejemplo), a la violencia política (el conflicto armado interno) y últimamente, a un sistema eleccionario falsamente democrático, en el que los candidatos no se han impuesto por persuasión racional, sino por descarnado, insulso y millonario mercadeo publicitario, que elimina de antemano a las opciones frescas y a la auténtica discusión política y que sólo está un peldaño arriba de la burda “compra de votos”. La desesperanzada pobreza de nuestras mayorías, no obstante, sigue siendo nuestro principal problema sin resolver, del que se desprenden todos los demás y el que hace verosímil el temor de que un día nuestras masas desesperadas terminen oyendo “los cantos de sirena” de un nuevo Chávez y terminemos en un infierno dictatorial del que como sabemos, es muy difícil y humanamente costoso (como en la Venezuela de hoy) escapar. Un reciente análisis sobre Sudáfrica, en la que tras 25 años de democracia y pese a haber expulsado al “Apartheid”, siguen experimentando mayorías desesperanzadamente empobrecidas, ilustra, una vez más, que en sociedades históricamente polarizadas en lo social, como la nuestra, el “despegue económico” no ocurrirá, si no hay una intervención en el tejido social para dotar de patrimonio inicial a las mayorías desposeídas, como hizo Abraham Lincoln en los Estados Unidos, tras la promulgación de los “Homestead Acts”, en 1,862. Un aquí nunca ensayado liberalismo auténtico, agresivamente reformista, que ante la imposibilidad actual de un reparto agrario realice, en vez de ello, una novedosa Dotación Patrimonial Ciudadana, sería una solución factible. Haciendo accionistas a los ciudadanos del 49% de una cartera de nuevos proyectos basados en activos republicanos (que incluya desde carreteras de peaje hasta un Canal Seco, pasando por la industrialización de nuestro subsuelo y una red de ferrocarriles), sería una forma de “encender” el motor económico de la Nación, generando empleo e ingresos fiscales y dando viabilidad a un ya impostergable engrosamiento de nuestra hasta hoy poco numerosa clase media...

Pero para eso se necesita la construcción de amplios consensos, a través de una auténtica renovación política: vaya a “www.ciudadanotoriello.com” y entérese con más detalle de este plan, leyendo la “Plataforma Ideológica y Programática” que se discute al interior del Partido UNIDOS. Analice la opción que representa Luis Velásquez Quiroa para la Presidencia de la República y los diputados de UNIDOS para el Congreso. Tiene usted una cita con la Patria, ciudadano. No olvide: cada pueblo tiene el gobierno que merece...


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