“Podrás decir que soy un soñador / pero no estoy solo; / espero algún día nos apoyes / para que un mundo mejor viva en unidad.” – John Lennon (1940-1980), en su canción “Imagina”.
Imagine, ciudadano, que despertara usted en un país de limpios lagos apacibles y volcanes deslumbrantes, poblado por gente multicolor en su piel y en su vestimenta, pero homogénea en su amabilidad, educación y buen humor; integrada por alegres exponentes de un pueblo consciente de su heterogénea y milenaria herencia cultural, tanto de cercanas como de distantes raíces. Imagine que sus bosques, sus montañas y sus selvas estuvieran surcadas por aguas cristalinas, pero también por numerosas y modernas carreteras y por eficientes vías férreas y ubicuas ciclovías, sus cuencas protegidas de las aguas negras y de los desechos sólidos, emanando esa paz y seguridad que traen la prosperidad generalizada y una esperanza colectiva ampliamente compartida; bajo un cielo azul profundo durante el día y de dorado a rosáceo en el crepúsculo y en los amaneceres. Imagine a nuestra “eterna primavera” con sus pueblos pintorescos, sus productivos sembradíos, conducidos en orden consensuado, celebrando sus tradiciones y sus alegres costumbres, con la confianza que se percibe cuando se sabe que al amparo de la Ley, “quien la hace, la paga” y que en el fondo, “la República es nuestra, es de todos y la cuidamos”… Con ciudades modernas, cultas y vivibles, rodeadas de flora y de fauna, en las que nuestros talentos hicieran gala de su intelecto y de sus artes, haciéndonos parte de un ancho mundo en el que los chapines nos sentiríamos cómodos, siendo lo que somos. Imagine que, inteligentemente, extrajéramos riquezas de nuestro subsuelo para beneficio de la Patria y sin dejarle mayores cicatrices, con agricultura exuberante y fábricas pujantes, que uniésemos a los dos océanos con un singular “Corredor Interoceánico”. Insertados por nuevos y eficientes puertos en las corrientes del comercio internacional, contribuyendo significativamente a la nuestra y a la prosperidad global. Con ciudadanos bien alimentados, que no pasarían horas en horrendos atascos viales o huyendo de los asaltantes, confiados en poder hacerle frente, mediante las instituciones sociales, a las inevitables vicisitudes de la vida; con trabajos decentes y aseguradas vacaciones remuneradas para la mayoría, sabiendo que el futuro será aún mejor para su prole. Y que enterado el mundo de tanta maravilla y de tanta belleza, se volcara a visitarnos, llenando desde grandes hoteles y complejos vacacionales, hasta pequeños hostales y otros albergues, derramando divisas en restaurantes locales y en otros negocios turísticos que surgirían espontáneamente por todas partes, reforzando a una pujante –y creciente- clase media y extinguiendo para siempre a la pobreza extrema. Imagine a una niñez atendida y a una juventud bien educada, con sus laboriosos padres prosperando en paz y contemplando a sus hijos soñar un futuro mejor para los que estuviesen por venir… a este paraíso tropical que por su calidad de vida y su marimbística Alma Lira, muy pocos estarían dispuestos a abandonar…
Ya sé: tras ese efímero sueño maravilloso, despierta usted en este país de Timo Chenko, con la amenaza de que Meme, Zandra o Sury prolonguen la pesadilla. Despierta usted a la realidad de que tras dos siglos “de vida independiente”, nos hemos negado a (o no hemos podido) hacer eso posible. Es cierto: no hemos logrado superar la bipolar sociedad que emergió de nuestro pasado colonial, cuando deliberadamente se creó una “república de indios” subordinada a una “república de españoles”. En el siglo XIX, cuando la tierra sin dueño era aún abundante en relación a la población, no tuvimos a un Abraham Lincoln que imaginara una “república de todos los ciudadanos” y empequeñecidos y divididos, consolidamos la sociedad bipolar, esa de ”finqueros y campesinos”, esa de “mil siervos y un puñado de señores” que produjo nuestro Capitalismo de Plantación. Y todavía a mediados del siglo pasado, no sólo fallamos, con Arbenz, en convertirnos en una renovada “república de propietarios”, sino que quedamos tercamente enfrentados entre los que dicen que van a redimirnos “con el reparto de lo ajeno” y los que aunque no lo digan, “lo que quieren es que nada cambie.” Y esa es la fuente primaria de todos nuestros males. De ahí derivan todos nuestros problemas: de la desesperanzada pobreza de nuestras mayorías y de la terca y egoísta estulticia de nuestros gobernantes, que no han podido reconocer que todas las repúblicas exitosas partieron de una dotación patrimonial fundacional y entonces no le ponen remedio a esto. Y remedio tiene. Tenemos que superar nuestras deficiencias históricas e incorporar a nuestros desposeídos a los beneficios de la vida republicana, a través de todo aquello que los países del primer mundo han demostrado funciona: las dotaciones patrimoniales masivas, la construcción de una red de satisfactores sociales básicos, las condiciones para que de veras florezca la inversión productiva, que al competir por una cada vez mayor fuerza laboral, aumente la productividad, los salarios y el ingreso disponible de la gran mayoría. Y como un reparto agrarista en Guatemala es hoy aritméticamente imposible, técnicamente regresivo y políticamente inviable, sería a través de una “dotación patrimonial ciudadana” novedosa con la que podríamos poner las bases de una renovada clase media: con acciones de la mitad patrimonial de una “cartera de proyectos republicanos” (carreteras de peaje, ferrocarriles, industrialización de nuestro subsuelo, sistemas de transporte público metropolitano y de otras urbes, etc.) distribuidas entre los ciudadanos, contra simple presentación de DPI y/o de código NIT. Seríamos ejemplo para la América hispana: con proyectos “republicanos” que por ello, gozarían de amplio consenso social en vez de la oposición sistemática y destructiva que contemplamos hoy. Como se podría haber hecho al “privatizar” la telefonía, la carretera Palín/Escuintla y la electricidad: imagine usted lo que habría pasado si se le hubiese entregado el 49% de las acciones a la ciudadanía, en vez del 100% a sólo un puñado de afortunados y con frecuencia, amañados inversionistas; su efecto en el mercado de capitales, en la demanda agregada, en el consumo y en el bienestar general…
Nó. Ni es “socialismo” ni es una quimera irrealizable. Es liberalismo auténtico, ese que lucha contra todo abuso de poder, incluyendo el económico; ese que pretende liberar la creatividad del ciudadano, aplicado a nuestra herencia histórica. Si hubiese discusión política real, en vez de repetición ad nauseam de frasecitas cajoneras y desprovistas de verdadero significado, podría ser el inicio de un capitalismo democrático y popular surgido inesperadamente en Guatemala. Uno que vendrían a estudiar desde otros países para analizar cómo lo hicieron estos chapines… Vaya a “www.ciudadanotoriello.com” y “baje” la “Plataforma Ideológica y Programática” que un grupo de ciudadanos plantea. Vea ahí cómo podemos iniciar “el despegue hacia el primer mundo” de Guatemala, mediante la acción política. Vea cómo podríamos darle el “estartazo” al definitivo despegue capitalista de Guatemala, deslumbrando al mundo al hacer de ésta una nueva “república de propietarios”, una renovada sociedad de clase media, una inesperadamente súbita sociedad de consumo. Con amplia cobertura social para los menos afortunados y una fiebre de inversión que catapultaría la productividad y los sueldos. Nó; Guatemala, la de las alfombras de flores y el olor a corozo, ésta de los nazarenos y las jacarandas, la de la dulce marimba y “el colocho de guayaba”, esa que tanto decimos amar, ya no está para cambios “cosméticos”, necesita un auténtico cambio de rumbo. Contribuya a iniciar el proceso, ciudadano, meditando sus opciones para la próxima elección. Hay que arrancar el largo proceso, saliendo, para empezar, del “pacto de corruptos”. De tanto político que no llega a servir, sino a ver cómo pasa en cuatro años “de zope a gavilán”. Saliendo tanto de nuestros muy resentidos medio-marxólogos radicales como de nuestros rancios conservadores. Buscando a un Ejecutivo rebelde, que en la próxima administración se enfrente a un Organismo Legislativo y a un Organismo Judicial, que por sus orígenes espurios, seguirán estando podridos hasta la médula. Y a sabiendas de que “una golondrina no hace verano”, contribuya a llevar al Congreso y a las alcaldías a una vanguardia de patriotas que promuevan estas ideas del capitalismo incluyente: apartados de los extremos y abiertos a esa mayoría de guatemaltecos de buena voluntad. Y después, participe en la política y ayúdenos a modernizar a esta Patria doliente, pues hoy por hoy, casi ningún partido aquí es realmente un partido. Sino apenas “vehículos electorales”, con dueño, sin afiliación masiva, sin plataforma programática conocida, sin democracia interna. Y todo esto frente a una ciudadanía que, asqueada, pero para su propio infortunio, se abstiene de participar... Llámeme soñador, si quiere, ciudadano; pero como dijo Lennon: “no soy el único; espero un día usted se nos una… para hacer de éste, un mundo mejor, que viva en unidad”. Mientras tanto, antes de decir que “ya no hay nada que hacer”, no olvide: en última instancia, “cada pueblo tiene el gobierno que merece”…
"Publicado en la sección de Opinión de elPeriódico el 27 de Diciembre de 2022"
Un Renacimiento Filantrópico...! ✨