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  • Foto del escritorCiudadano Toriello

Histeria pandémica

Actualizado: 27 abr 2020


“… lo que los datos señalan es que los modelos de predicción estaban groseramente exagerados… con el muestreo estadístico que hemos llevado a cabo en el condado de Kern, podemos inferir que hay un 12% de infectados en California… de los cuales sólo 0.03% han muerto…en el Estado de Nueva York hay un 39% de la población infectada…y un 0.1% de mortandad…a nivel de todos los Estados Unidos (con 4% de la población total “testeada”) se puede inferir que el 19.6% ya está infectada de Coronavirus… pero la mortandad es menor a la provocada por la Influenza tipo A y B… en España se puede inferir que el 22% está ya infectada y la mortandad de los infectados es de aproximadamente 0.5%... en Suecia no se aplicó el ‘distanciamiento social’ drástico de otras partes, pero sus números no son mucho peores que los de su vecina, Noruega, que sí los aplicó… estamos ‘cuarentenando’ a los sanos y de esa manera inhibiendo el desarrollo de sus inmunidades naturales… eso retrasa el desarrollo de ‘la inmunidad de rebaño’ que en ausencia de una efectiva vacuna, es lo que finalmente derrota a cualquier pandemia… ¿realmente vale la pena destruir nuestro sistema económico con lo que revela esta evidencia?” – Dr. Dan Erickson, 20 años de experiencia en inmunología, “siguiendo lo que dice la ciencia”, ‘Accelerated Urgent Care’, Kern County, California, ABC News, entrevista televisada (https://youtu.be/xfLVxxIBLU).


Por fin alguien decidió hacer lo lógico: llevar a cabo un muestreo aleatorio, estadísticamente significativo, para determinar las realidades de la pandemia que tiene de cabeza a todo el mundo. Algo así como cuando se mide la intención del voto: hacerle “pruebas de contagio” a una “muestra” de la población que pondere edades, sexo, estratificación social y ubicación geográfica, para obtener una adecuada “radiografía científica” de la situación general del universo bajo estudio. La Universidad de Stanford lo hizo para el Condado de Santa Clara (conducido por el Dr. Eran Bendavid, especialista en enfermedades infecciosas y profesor activo de medicina), encontrando a un sinfín de portadores de anticuerpos para el Coronavirus que nunca se enteraron de que ya se habían enfermado -y curado- del mentado “enemigo invisible”: ¡de 50 a 85 veces el número de casos “oficiales”! La mortalidad de los infectados: 0.35%, menos que la de la “influenza tipo B” (0.9%). La conclusión es simple: los resultados revelan que el mundo sobrereaccionó a las primeras evidencias parciales acerca del infame Covid19. En primer lugar, es evidente que el mentado Coronavirus ya había empezado a difundirse de este lado del Pacífico mucho antes de que “debutara” en las noticias (de lo contrario no habrían ya tantos infectados) y por eso, según el Dr. Daniel Erickson delAccelerated Urgent Care’, de Kern County, California, ya de poco sirve el distanciamiento social “porque el diablo ya anda suelto”. En todo caso, el Dr. Erickson, que no llevaba “máscara” durante la entrevista, dice que dada la morbilidad y difusión que los datos revelan, a estas alturas lo que conviene es tomar medidas preventivas sensatas (usar máscaras en las circunstancias evidentes y lógicas, lavarse con frecuencia las manos, ‘cuarentenar’ a los enfermos, evitar aglomeraciones, etc., etc.) pero que no inhiban el desarrollo natural de la “inmunidad de rebaño”, desechando medidas tan económicamente dañinas como cerrar escuelas, fuentes de trabajo, transporte público (que se puede, simplemente, regular) o prohibirle a ciudadanos honrados circular por las calles sólo porque no son miembros del gabinete de gobierno…


No se equivoque, amigo lector: el Coronavirus es una enfermedad potencialmente letal y puede matar. Hay que tomar las medidas lógicas que el caso amerita, como con cualquier otra enfermedad peligrosa. En cuanto aparezca la vacuna, vacunarse; en la medida de lo posible, prevenir el contagio casual actuando sensatamente, en particular, si se es parte de los grupos especialmente vulnerables (ancianos, fumadores, enfermos de enfisema, etc., etc.). Por otra parte, no se haga demasiadas ilusiones: es muy difícil (aún siguiendo el más estricto confinamiento) estar plenamente seguro de que el insidioso virus no “penetre” nuestras defensas, aprovechando el más mínimo de nuestros descuidos. Pero enfermarse no quiere decir que inevitablemente va a morir y que por tanto, deba permitir que el miedo lo paralice. Piense, por ejemplo, en la Influenza “tipo B”, ¿ya se vacunó (porque para eso ya hay vacuna)? ¿o esa enfermedad no lo tiene tan asustado? ¿que de esa no hablan las noticias?, cierto… Mire, se ha dado usted cuenta de que a muchos turistas que llegan a este nuestro mundo tropical, al cabo de un par de días los sorprende “la venganza de Moctezuma” (así llamada, por lo menos, en México). Eso se debe a que vienen de países con una asepsia generalizada, en la que es muy difícil encontrar, digamos, amebas en la lechuga. En cambio, nosotros, los chapines, tan campantes, nos comemos cuanta ensalada nos apetezca, impunemente y nuestra amibiasis crónica latente, sólo ocasionalmente, hace crisis… hemos desarrollado eso que llaman “inmunidad de rebaño” en relación a la verdura moderadamente contaminada, que es casi toda la que está disponible para el consumo en Guatemala. Algo así tendrá que pasar, en relación al “virus de moda”, en Guatemala y en muchos otros países en donde el agua entubada sigue siendo aún un privilegio de los más celosos guardianes del “quédate en casa”…


Pero ojo: Guatemala es hogar de las posturas extremas, de ese 15% que es “crema”, eternamente obsesionado con el otro 15%, que es “rojo”. Si usted es de ese sensato, amistoso, razonable, moderado y simpático 70% de buenos chapines no extremistas y se atreve a expresar dudas sobre las últimas disposiciones de nuestro flamante nuevo gobierno, probablemente no faltará quien lo vaya a acusar de estar solapadamente “poniéndose a la orden de Trump”. Le voy a contar un secreto: a mí míster Trump no me cae bien; lo considero una vergüenza para la civilización occidental y nunca olvidaré que se haya referido a Guatemala como un “hoyo de mierda” y menos el habernos impuesto el “acuerdo de tercer país seguro”, aprovechándose de la estulticia del gobierno de Jimmy y sus secuaces. Sin embargo, si Trump dice que la tierra no es plana, debo reconocer que está diciendo la verdad, aunque no sea cosa habitual en él. Ahora, si dice que le eche azúcar al “Magia Blanca” y me lo tome como limonada contra el Covid19, ahí sí, ya nó.


Al nuevo gobierno de Guatemala hay que decirle que por esta vez, perdonamos el error de juicio. Que sabemos que no ha habido mala intención, sino todo lo contrario. Que con la escasa información disponible había que actuar, como se hizo, rápida y prudentemente. Que teniendo un Presidente-Médico, era de esperarse que errara del lado de la prevención más que de la protección del empleo. Pero que ya no puede seguir “dando palos de ciego”, sin hacer amplios “testeos”, sin contar con adecuadas estadísticas. Que es hora de rectificar. Que no puede seguir dejándose llevar por su “feeling” o por los consejos de sus subordinados igualmente sub-informados, si nó cuenta con evidencia estadística sustentable. Cuando necesitemos un médico, lo podemos ir a buscar a su clínica. Lo que necesitamos ahora es UN PRESIDENTE, un estadista. Que agarre EL UNO POR CIENTO DEL UNO POR CIENTO de lo que el Congreso de la República le acaba de autorizar para “gastar en la emergencia sanitaria” y que contratando a una de esas empresas que le medían la intención de voto “cuando andaba en la llanura”, le diseñen una MUESTRA POBLACIONAL ESTADÍSTICAMENTE SIGNIFICATIVA y “testee” a la Población, aleatoriamente, en todo el territorio nacional. Cada semana. Así sus conferencias de Prensa sí nos van a decir algo. Me anticipo a pronosticar, que como en el resto del mundo, los resultados estadísticos aconsejarán “dejar de dispararnos en el pie” y VOLVER A TRABAJAR. Sabemos que las decisiones que tomó, no las tomó frívolamente y que ha tenido en mente hacer lo mejor para nuestra Patria. Pero la evidencia estadística obliga a sopesar costos y beneficios sociales del curso de acción tomado. No vulnere más los derechos constitucionales inalienables de los guatemaltecos mayores de sesenta años, por ejemplo. O de aquellos que tienen que comprar el agua “por tonel”. No obligue a una Tienda de chunches a “convertirse en Supermercado” para evadir prohibiciones de dudosa legalidad, que le impiden servir honradamente a los ciudadanos y a conservar las fuentes de empleo de sus colaboradores. ¿O le va a seguir diciendo a “doña Chonita” que ya no puede vender sus enchiladas en el mercado porque tiene 62? No es cuento: a Guatemala le está saliendo más oneroso el remedio que la enfermedad. Errar es de humanos, doctor; rectificar, de sabios…


"Publicado en la sección de Opinión de elPeriódico el 28 de Abril de 2020"

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