“No es prudente tocarle los huevos al león, por más ducho que el domador se sienta” – sabio refrán de la gente de circo.
Al escribir estas líneas aún no se tienen resultados oficiales definitivos de las elecciones del pasado domingo en El Salvador, pero una cosa es clara: la apabullante victoria de la nueva opción política salvadoreña ha sido tan condundente como lo predecían las encuestas. En la arquitectura constitucional salvadoreña, el período presidencial es de cinco años y normalmente no coincide con el ciclo -de tres años- con el que se renuevan el Congreso, el Parlacén y las alcaldías. De esta suerte, el actual gobernante, Nayib Bukele, tras gobernar año y pico con importante oposición legislativa (fundamentalmente, una oposición de intención “paralizante”, de ARENA, por “la derecha” y del FMLN, por “la izquierda”) y sin mayor apoyo municipal, obtiene un importante espaldarazo que aumenta dramáticamente su poder real. Se estima que los partidos afines al Presidente (“Nuevas Ideas”, fundado por él; “Cambio Democrático”, su primer aliado; y “Gran Alianza Nacional”- GANA, que lo llevó al poder) en alianza o individualmente, obtuvieron conjuntamente dos terceras partes de los votos (votó un poco más de la mitad del padrón electoral, algo inusual en elecciones “intermedias”) y consiguientemente, obtendrán alrededor de 60 de las 84 curules (¡sí! Sólo 84, fíjese) de que consta su Asamblea Legislativa, un número superior a la mayoría “calificada” que se requiere para “cambiar las reglas de juego”. Algo similar ocurrió con las Alcaldías, en las que “el partido nuevo” arrasó con los viejos “feudos del bi-partidismo corrupto”, tomando, entre otras muchas, las emblemáticas plazas de Santa Ana (“la ciudad morena”), San Miguel (“la perla de Oriente”) y “para ponerle la guinda al pastel”, San Salvador, la ciudad capital. El pueblo salvadoreño votó masivamente por un cambio profundo, apostándole a “barrer” lo que el “presidente-Millenial” ha llamado “el gobierno ladrón” de “los mismos”, corruptos “de izquierda” (como “el funesto” Presidente Funes, del FMLN, asilado en el “paraíso socialista” de Daniel Ortega, por ser un ostentoso ladrón) o corruptos “de derecha” (como “Tony Casaca”, de ARENA, preso por desfalcarle ¡US$300 millones! al erario cuscatleco). Poco le importó al electorado salvadoreño que “el palestino” Bukele haya exhibido intolerancia hacia la crítica (hostigando con sospechosas “auditorías fiscales” a la prensa que no le resulte obsequiosa); o que haya exhibido preocupante desdén por los límites constitucionales a su poder (al desobedecer a las Cortes y al invadir con militares el recinto parlamentario); el asunto es que el pueblo “ya está harto de la corrupción”. Además, Nayib “Yamaha” Bukele (por su pericia al volante de su moto, enfundado en su chumpa de cuero negro), no sólo habla: dice que “el pisto alcanza, cuando no se lo roban”; pero también a la vuelta de la esquina, ha dotado a todos los estudiantes, ¡sí! ¡de primaria y de secundaria! con computadoras personales. Ha construido nuevos hospitales “tipo primer mundo”, sí repartió asistencia alimentaria de emergencia en las colonias populares afectadas por la pandemia, ya empezó a vacunar a su pueblo contra el Covid-19 y tiene a la Policía y al Ejército dotados de nuevo y moderno armamento, con el que si resulta necesario, manda “a cachimbear” a los maleantes y a las maras...
A este lado de “Las Chinamas”, el cuadro es muy otro: la narco-cleptocracia y sus patrocinadores conservadores no deben tener internet o sólo ven “televisión gringa”, y talvez por eso, no se han dado cuenta de lo que se les viene. Aquí la prensa descubre que con el dinero de los contribuyentes se compraron “pruebas de Covid falsas” y en vez en vez de amenazar con fusilar a los traidores a la Patria, el Presidente Giammattei sale públicamente a decir que no es lo que todos pensamos que es, que sólo se trata de un “error administrativo”. La FECI descubre “caletas” millonarias donde los funcionarios corruptos han escondido dinero en efectivo y la reacción de los conservadores es seguir tildando de “chairo” a su internacionalmente galardonado jefe. Candidatos a integrar la más alta Corte de la Nación como magistrados de la CC, al ser perseguidos judicialmente por sus delitos, recurren al gastado simulacro de “los graves quebrantos de salud” y así, los candidatos que nominan los abogados (que gozan de una concesión constitucional que habría que retirarles) y la Universidad estatal, se exhiben como los “güisaches” que son, y nó como los juristas que necesitamos. El Congreso insiste en ignorar el previo mandato de elegir magistrados de la CSJ y de las Cortes de Apelaciones conforme lo manda la Ley (y nó a los seleccionados por el reo Gustavo Alejos) y en vez de ello se inventa cuentos que nadie cree para zampar “a puro tubo” a Alí Babá o a alguno de sus cuarenta ladrones en la próxima magistratura de la CC. Un “adelantado” candidato presidencial, acostumbrado a presentarse con disfraces ridículos, en vez de hacer los planteamientos serios que la ciudadanía requiere, se presenta con traje estrafalario, haciendo “regalitos” con el pisto del pueblo que pretenden burdamente comprar anticipadamente las voluntades de un electorado cien mil veces esquilmado. ¡Ah! Y “valientes” defensores de nuestra soberanía se rasgan las vestiduras porque la comunidad internacional expresa su asombro y su disgusto con la desvergonzada exhibición de nuestras inmundicias dizque republicanas. Mejor no sigo, porque se acaba el espacio...
En la Rusia de 1917, el gobierno moderado que encabezó Kerensky en Julio, fue derrocado en Octubre del mismo año por los bolcheviques y esa experiencia ha sido citada para justificar el temor de los conservadores a apoyar movimientos reformistas que destruyen el orden establecido, sin por ello satisfacer a los radicales. Otros historiadores señalan, muy al contrario, que la catástrofe a la que después aludiría Kerensky, fue realmente provocada por la negativa del Zar y sus ultraconservadores a reconocerle relevancia real a la primera Duma (parlamento) liberal, tras la Revolución de 1905; a la que disolvió, como lo hizo con sus sucesoras, recurrentemente, en busca de otras Dumas cada vez más sumisas. Eso fue lo que realmente les dio legitimidad y bandera, en la siguiente década, a los socialistas radicales que terminaron haciendo ya no una Reforma sino una Revolución... Aquí necesitamos reformas para que nuestros representantes en el Congreso, de veras nos representen. Para que nuestros jueces sean verdaderos guardianes de la Justicia y la Ley. Para que los funcionarios sirvan a la Nación y no se sirvan de ella. Bien haría la partidocracia chapina y sus adláteres en tomar las lecciones de la Historia a pecho y no seguir tentándole los huevos al león. El Presidente Giammattei, por ejemplo, podría enviar un mensaje esperanzador al pueblo, nombrando a alguien como Eduardo Mayora como magistrado de la CC y no seguir tentando la paciencia del pueblo con afrentas a su inteligencia y a su dignidad. Ojo, no hay que olvidar que el registro histórico señala que en estas latitudes, “El Salvador provoca... y luego Guatemala, consolida”.
"Publicado en la sección de Opinión de elPeriódico el 2 de Marzo de 2021"
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