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  • Foto del escritorCiudadano Toriello

2,019: ¿Luz al final del túnel?


A pesar de la decepción que su gobierno ha causado en amplios segmentos del electorado, la elección de Jimmy Morales demostró que la estructura informal de liderazgo de la Nación es capaz de derrotar a las tradicionales campañas mercantilistas, como la que con derroche de recursos multimillonarios encabezaron Manuel Baldizón y Sandra Torres en las anteriores elecciones generales. No obstante, esa estructura informal de liderazgo (formada por quienes tienen “autoridad moral natural” al interior de la sociedad) se encuentra hoy desencantada, frustrada y sin un asidero concreto en qué fundar un nuevo consenso. Fruto de un sistema político que devino deleznable, hoy Guatemala no tiene auténticos partidos políticos. Queda aún una “maquinaria electoral” de la vieja política, la UNE, que habiendo sobrevivido precariamente a la extirpación de sus competidores y pares, “se mantiene en el candelero” con recursos remanentes de quien sabe qué oscuros orígenes, pero arrastrando una pesada –y merecida- carga negativa en la opinión de muchísimos votantes. Y hay dos docenas de nuevos y no tan nuevos grupos y grupúsculos, que procurando caerle bien a algún Rico MacPato que apueste por ellos, esperan poder repetir “el milagro” de Jimmy, todavía impedidos todos, legalmente, de exponer sus propuestas al electorado. Algunos de estos grupos, por naturaleza o desesperados por una nueva y desconcertante austeridad en las fuentes legales de financiamiento político, ya están cobijados –y vendidos- con el dinero sucio de narcos y corruptos…

Y lo que subyace en el subconsciente colectivo es la terca y larga discordia entre quienes quieren conservar nuestro desigual sistema “como está” y quienes quieren “refundar” la República mediante el reparto de lo ajeno, lo que invariablemente destruye los incentivos que están detrás de la auténtica prosperidad y que sólo puede imponerse, realmente, mediante un despotismo violento. Para “terminarla de amolar”, la escisión ideológica fundamental entre los guatemaltecos se ha exacerbado por las burdas insensateces de nuestro Presidente frente a una Corte de Constitucionalidad, que a pesar de su historial errático, sesgado y partisano, es el árbitro legal de última instancia, aquello que separa a un gobierno de leyes de un gobierno de fuerza. Se equivocan aquellos que sinceramente piensan que lo que le está pasando a Jimmy es el simple fruto de una “conspiración socialista internacional” y le hacen un inmerecido favor a la causa de las izquierdas que tanto aborrecen, al dar a entender, faltando a la verdad, que “sólo los comunistas” quieren que continúe el desmantelamiento de las estructuras corruptas en el poder. Ahora resulta que en las ingenuas o perversas mentes de algunos, hasta un empresario guatemalteco exitoso en los mercados internacionales, como Luis Von Ahn, es “comunista”, por el sencillo delito de expresar que le parece que no andan desencaminadas las encuestas que revelan que 7 de cada 10 adultos guatemaltecos quieren que siga la CICIG. ¿Y cómo no va a ser popular un proceso que si no hubiera ocurrido, nos tendría soportando a la Baldetti “sacándonos la lengua” desde alguna de sus malhabidas mansiones, a Manuel Baldizón “ordeñando al país” desde la Presidencia y al ladronazo del “Sipi” Sinibaldi diciendo “a mí me toca”? Y quienes han insistido en que “está bien, que siga la CICIG, pero sin Iván”, debieran entender que si la ONU saca al Auditor que “le cayó mal” al auditado, nunca podrá hacer otra Auditoría con credibilidad…

En este año 2,019 Guatemala se encuentra en una encrucijada histórica. En las elecciones anteriores, nuestro fundado temor a la posibilidad de que tomaran el poder Baldizón o Sandra, nos llevó a escoger cualquier otra opción, y sin mayores análisis, pusimos en el poder al que decía que no era “ni corrupto, ni ladrón”. Hoy sabemos que eso no basta. Tenemos, esta vez, que hacer mejor la tarea y lograr que la inteligencia llegue al poder. Que empecemos de una vez por todas, a modernizar el país. Que mediante la promoción de impostergables proyectos republicanos (como una Red de carreteras y de ferrocarriles), de los que los ciudadanos sean accionistas, empecemos a crear una “República de propietarios”. Que abandonando la polarización estéril y creando un clima de concordia y respeto a la Ley, atraigamos la inversión a esos grandes proyectos y a otros, generando empleo abundante y formal y entrando con paso firme a la senda del auténtico desarrollo, ese que beneficia a todos los ciudadanos…

Pero ésto sólo pasará, ciudadano, si usted se involucra. Si exige conocer la ideología y las propuestas políticas concretas de quienes quieren su voto. Si tras analizar racionalmente las opciones existentes, las comunica a sus parientes y amigos. Si comprende que esta vez, la Patria reclama su compromiso, que necesita que abandone la indiferencia, que participe. Si fundado en la razón y contribuyendo a rescatar el espíritu cívico del 2,015, contribuye también a convencer a nuestros conciudadanos de que sí podemos construir, un mejor futuro…

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