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  • Foto del escritorCiudadano Toriello

Hacia la convergencia de la Resistencia

“Y ASÍ (AUNQUE NO LO APARENTE) HAY MÉTODO EN ESTA LOCURA”. WILLIAM SHAKESPEARE (1564-1616), EL BARDO DE AVON, POR BOCA DE “DON APOLONIO” (EN “HAMLET”, 1602).


En la última semana, utilizando el inconstitucional andamiaje legal que le proporciona el decreto 26-2016, el de las últimas reformas “de fondo” a la Ley Electoral y de Partidos Políticos (LEPP), el régimen ha seguido jugando con fuego. Aplicando el conocido como “artículo 94 bis”, el de la “campaña electoral anticipada”, prematuramente y “por sus pistolas”, abusivamente se “voló” las pre-candidaturas presidenciales de Roberto Arzú y la ya abortada de Neto Bran. Esto a pesar de que tales disposiciones de la LEPP han sido impugnadas ante la opaca y subordinada CC, la cual, para sorpresa de ninguno, se sigue negando a resolver conforme a derecho. El asunto “alborotó el avispero” porque se considera que la medida es anticipo de los planes del Ogro y Suguelito de “volarse” también la candidatura de Sury y de paso, la de Mulet. De esta suerte, la alianza entre “los grandes empresarios” (los de “sangre azul”) y sus pancistas operadores (como Timo Chenko y sus secuaces) pareciera que de veras se está fracturando, por sublevación de estos últimos, en componenda con Zandra. El mismo día del anuncio de los voceros de esta Estafa Electoral, se supo que el conocido conductor del programa radial “Temas y Debates”, Quique Godoy, había corrido la misma suerte que sus colegas del programa “Con Criterio”: es decir, que estaba siendo expulsado de su actual posición en el cuadrante, por presiones contra los dueños del espacio radial, a través de “retiro de pauta” y directa “compra del silencio”. Un par de neo-aycinenistas que parecieran tener “más pisto que seso”, dice que no los quieren, “¡por chairos!”... Pero “hilando más fino”, hay quienes especulan que la inefectiva “expulsión” de los radioperiodistas de una radio que resultó “muy finita”, es sólo una muestra de interesada zalamería que le hacen los ultra-conservadores a Timo Chenko (“ya no vamos a dejar que te falten el respeto, vos”), para convencerlo de que “deje correr” a la Sury; pues sin ella, anticipan -con razón- una drástica debacle para el régimen. Son los estertores de un sistema que ya no dá para más: uno diseñado para que las ideas no cuenten, sino que sólo cuente “el pisto”; un sistema que ha impedido el auténtico debate público; ese sistema que pretende mantener amordazada a cualquier opinión disidente; ése que ha mantenido la farsa de esta “democracia de fachada”. Es el clásico enfrentamiento entre la legalidad y la legitimidad que persigue fatalmente a las dictaduras -aunque sean incipientes y corporativizadas- cuando se vuelven terminales...


El pensamiento ultra-conservador guatemalteco ha hecho de la nuestra una larga Historia de fracasos y promesas rotas. En 1821, la obcecación “de las élites” por mantener el monopolio del comercio exterior y otros privilegios, nos llevó de una Independencia sin república a nuestro primer fraude electoral y de ahí, a la guerra civil que nos partió en siete pedazos y que nos empequeñeció, territorialmente, hasta ser hoy la quinta parte de lo que un día fuimos. Medio siglo después, en 1871, el pensamiento ultra-conservador se coló a una generación nacida del maridaje entre los (enriquecidos a la sombra del poder) indios y mestizos “montañeses” de Carrera, con las hijas de la aristocracia del añil venida a menos. Pervirtiendo taimadamente las instituciones de la república capitalista, la falsa Revolución “liberal” afianzó el capitalismo de plantación, ese de “finqueros y mozos” en desigual relación, en vez de haber aprovechado las entonces relativamente abundantes “tierras sin dueño” para haber hecho la “república de todos los ciudadanos”. Así, corruptamente, se afianzó la matriz original de nuestro gran capital fundacional y se iniciaron las grandes familias “de abolengo”, que pese a su vergonzante origen mestizo, a fuerza de “europeizarse” a braguetazos, siguen siendo terca -y ridículamente- racistas “de closet”. La entrega de las mejores tierras del país a los extranjeros de “la frutera” sólo terminó de agudizar nuestra condición semi-feudal, cristalizada en la “república bananera”, contra la que se hizo -en 1944- la Revolución. En 1954, sin embargo, Guatemala perdió otra oportunidad más: para evitar que las cosas cambiaran, en vez de corregir los excesos de la Revolución octubrista por la vía institucional, nuestras élites, con el apoyo de un entonces muy desenfocado y cómplice Tío Sam, prefirieron romper el hilo constitucional. Consecuentemente, no cosechamos los beneficios que sí cosecharon en Corea del Sur y Taiwán, por ejemplo, al crear una amplia clase media de consumidores, tras sus reformas agrarias capitalistas. Entonces, siguió la tragedia de nuestro Conflicto Armado Interno, hasta que más por cansancio que por convicción, logramos retornar a la vida civilizada que implica una auténtica República Democrática: la Constitución de 1986 y “la paz firme y duradera” de 1996, que nos dieron, otra vez, un atisbo de esperanza...


Pero estamos por perder, si no actuamos con patriotismo y coraje, esta renovada oportunidad histórica. Ya he señalado en estas páginas que la bella mariposa de la democracia ha experimentado entre nosotros una “metamorfosis inversa” y que tras 25 años de regresión, el sistema político guatemalteco es hoy, de vuelta, un espantoso gusano. El sistema está diseñado para imponer la voluntad de “la mayoría de la minoría”. Por eso esa alianza de ultra-conservadores y pancistas a veces luce invencible, aunque no lo sea. Son muy astutos, no en balde, directamente o por interpósita mano, han gobernado el 90% del tiempo durante los últimos dos siglos. Con el sistema de obligarnos a escoger “al menos peor”, en las tres últimas elecciones han tenido aherrojado al 70%, a una ciudadanía mayoritaria castrada de poder real. Aunque hoy, el asunto se les está escapando de las manos... Pero la cultura que han creado, aún les favorece: en la actual Legislatura, más de cien diputados fueron “nuevos”. Algunos pensaron que esa “sangre fresca” le iba a dar “aire” al sistema. Pero en cuestión de semanas, muchos de los nuevos ya estaban corrompidos: una plaza aquí para “la traida”, otras allá, para el hermano, el pariente, el compinche; y “el sobrecito” y otras linduras, y la mayoría ya quedó “alineada” con el “pacto de corruptos”. De ahí, las Cortes al servicio del régimen, la diarrea de iniciativas de Ley antipatrióticas y antipopulares, “a puro tubo”. Por eso necesitamos un nuevo tipo de gobierno. Uno que desde el Ejecutivo le niegue el soborno a los diputados. Uno que vigile que nadie más soborne a los diputados y que “meta al bote” a quienes lo intenten. Uno que lleve al pueblo a las orillas del Hemiciclo, para hacer las reformas que nuestro sistema político necesita, obligando moralmente a los diputados a meterle cuchillo hasta a la propia Constitución...


Le van a decir que es imposible, ciudadano, que no sueñe. Que tienen mucho pisto y que tienen cooptada a toda la institucionalidad. Que el sistema no permitirá que surja el sueño de una Auténtica República Democrática, que mejor nos resignamos “al menos peor”. Que si nó, podríamos terminar siendo “otra Venezuela”. Que nuestro pueblo es ignorante y pendejo, que todo es cuestión de ofrecerles, como hizo Colón, “unos espejitos”. No se han dado cuenta que el pueblo, aunque ha sido mantenido deliberadamente en la ignorancia, no es tonto. Que la frustración y la indignación crecen. Que nuestro cuerpo social, anda en busca “de su alma”. En la Alianza por la Auténtica República Democrática (ARDE), así como en otros grupos sociales y políticos, hemos venido escudriñando la oferta política nacional, dialogando y evaluando. Buscando a quienes se puedan comprometer a una agenda de auténtico rescate republicano, para gestar una convergencia política masiva entre derechas e izquierdas moderadas y democráticas. Y viene una gran sorpresa, ciudadano: una que se prepara “para cambiar al sistema desde adentro”. Y ahí usted juega un papel importante, ciudadano. Usted está en el corazón de la estructura informal de liderazgo de la Nación. Y cuando esa estructura informal de liderazgo llega a consensos, se vuelve tan poderosa, que cambia el curso del país. Así que esté atento, ciudadano, vienen tiempos de cambio. Como en tiempo de la Resistencia francesa, no le preguntaremos si es usted comunista o liberal; si es social-demócrata o conservador. Le preguntaremos si está dispuesto a echar a los mercaderes, del Templo de la Patria...

"Publicado en la sección de Opinión de elPeriódico el 1 de Noviembre de 2022"

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