“…No debemos confundir el disenso con la deslealtad… No debemos ser empujados por el miedo a una era de la sinrazón… en la que los hombres teman escribir, hablar o asociarse para defender causas, sólo porque algunos las consideren incorrectas o impopulares...” – Edward R. Murrow, el popular comentarista radial y de T.V. ‘original’, hablando sobre el ‘Macartismo’, el 9 de marzo de 1,954, en el entonces novedoso programa televisivo ‘See it Now’.
Joseph McCarthy, senador por el Estado de Winsconsin en Estados Unidos, dirigió una “cacería de brujas” contra “comunistas infiltrados” en el Departamento de Estado y en otras instituciones norteamericanas, en la década de los cincuenta. Hizo testificar al actor Ronald Reagan en el Senado, por ejemplo, para que “cantara” diciendo “quiénes eran los infiltrados comunistas” en el sindicato de actores que presidía; a lo que Reagan, desafiando la ira senatorial y para su permanente crédito, se negó. Aún años después, Kirk Douglas (padre de Michael), quien actuó como Espartaco, un esclavo que organizó una rebelión armada contra el Estado en tiempos de la Roma Clásica, tuvo que arriesgar la quiebra de su proyecto fílmico; ésto por contratar como guionista a Dalton Trumbo, quien había quedado en la “lista negra” macartista, acusado de alimentar sentimientos izquierdistas en el público, en una industria de Hollywood financiada, según el furibundo senador, por “judíos millonarios secretamente comunistas” (los equivalentes de la época, al actual mito de George Soros). Al principio de los cincuenta, muy seguidas por la prensa, las escandalosas “listas de rojos” de McCarthy condujeron a cientos de encarcelamientos y juicios y a miles de reputaciones dañadas, algunas hasta el punto de provocar suicidios. Finalmente, cuando “Joe” osó “meterse” con el Ejército norteamericano (también, según él, “infiltrado” por los soviéticos), su suerte cambió: el 2 de diciembre de 1,954, por abrumadora mayoría, el Senado lo censuró oficialmente y su carrera política quedó arruinada. Sumido en aguda depresión, su alcoholismo se agravó y condujo a otras adicciones, que terminaron llevándolo a la muerte unos años después, solo y desprestigiado, en 1,957. Pero su estilo agresivamente acusatorio sobre supuestas “simpatías comunistas” en contra de aquellos que no pensaban como él, dio origen al término “macartismo”, que es ahora visto como una enfermedad social que se trata de evitar en las sociedades civilizadas…
El asunto viene a cuento porque en esta Guatemala polarizada del 2,019, andan circulando en las redes sociales expresiones que no dudo en calificar como “macartistas” y que contribuyen a “avivar el fuego” de nuestro cotarro político. Circula profusamente, por ejemplo, un “reportaje” de “Judicial Watch” en el que su vocero acusa al (supuestamente “renunciado”) Embajador norteamericano Luis E. Arreaga de ser simpatizante de los “izquierdistas radicales” de Guatemala y el principal promotor del “sabotaje” en contra del “excelente acuerdo” que pretende hacer de Guatemala un “tercer país seguro”. Otros mensajes similares acusan a quienes se oponen al mentado acuerdo o critican a Trump o a otras desafortunadas acciones de Jimmy, de ser, también, peones “del socialismo internacional” (“Yo sí tengo Presidente”, vaya; “Oremos por Jimmy”, etc.). Seguramente son, dicen, “secretos propulsores de la candidatura de Sandra Torres”, como los diputados demócratas que han anunciado vendrán a Guatemala en estos días, encabezados por Nancy Pelosi. El tema forma parte del corazón de convicciones de un peculiar y también radical “derechismo” guatemalteco, que no sólo es la rémora inmovilista que impide que esta atrasada sociedad de veras erradique la corrupción y se modernice económicamente, sino que ahora está añadiendo nuevos “villanos” a una larga lista de “peligrosos socialistas” que incluye, por supuesto, a Iván Velásquez, a Thelma Aldana, a Todd Robinson, al Secretario de la ONU, António Guterres y que francamente, ve “micos aparejados” y “comunistas” hasta debajo de las piedras, ya no digamos en el Partido Demócrata de los EUA. No cabe duda de que algunos de estos anti-chairos acérrimos, si hubiesen estado vivos en tiempos de Abraham Lincoln, hubiesen secretamente aplaudido a los grupos sureños que lo mandaron a “ajusticiar” a balazos, por permitir que los negros estadounidenses empezaran a “salirse de su sitio”, rompiendo sus cadenas…
Simultáneamente y para infortunio de Guatemala, tratando de encontrar justificación en el reciente “desastre electoral” propiciado por nuestro podrido sistema político, los grupos que sí son radicales de izquierda y abiertamente simpatizantes del “chavismo”, anuncian un paro nacional y amenazan con un rompimiento de la legalidad, para impedir las elecciones. A estos grupos de izquierda, como CODECA, ahora se añaden confusa y sospechosamente, en declaraciones públicas, algunos grupos de “ex militares”, como si se estuviese orquestando el escenario para un demodé “golpe de Estado”, con la supuesta aquiescencia de Trump, “si sube mucho” la UNE. La candidatura de Sandra Torres, por otro lado, con el súbito y oportunista apoyo de muchos nuevos alcaldes y la creciente abstención que algunos esperan genere el desencanto con la otra opción, se anuncia fortalecida: en ese escenario, los votos “comprados” crecen entre nuestras demasiado numerosas clases desposeídas y algunos de quienes se oponen a la UNE no sienten suficiente entusiasmo como para ir a votar por Giammattei, por lo que “el antivoto” de las encuestas pierde peso. Sandra Torres, consiguientemente, se siente peligrosamente cerca de su obvio y nefasto propósito de tomar, electoralmente, todos los poderes del Estado y así iniciar lo que podría fácilmente convertirse, entonces, en una dictadura institucional. Corre el rumor, a contrapelo, de que la DEA “ha soltado” más información en su contra y que se avecina un desafío penal en cuanto pierda inmunidad; lo cual ha radicalizado más a la candidata, con otra crisis institucional entre poderes, a la vista... El ciudadano consciente y moderado ve a su alrededor y alarmado, entre grupos enfrentados y encolerizados, se pregunta: ¿qué hacer?
Primero: contribuir a que se respete el voto, ciudadano; apoye digitando las elecciones pasadas, para ver si el TSE “no nos hizo de chivo los tamales” el pasado 16 de junio con las diputaciones (www.FiscalDigital.gt); y sobretodo, firme la petición de #Fiscal_Digital para exigir al TSE la entrega de comprobantes a los presidentes de las JRV (aquí: http://chng.it/cj7cXqtFxP ), por “Twitter”, lo que permitirá que desde su origen éstas sean auditadas por la ciudadanía. Segundo: salga a votar de nuevo el 11 de agosto, en contra de la pretendida dictadura institucional de la UNE, es decir, por Giammattei; no vaya a ser que tengamos que luchar después contra la dictadura cuando ya esté en el poder, como los venezolanos o los nicaragüenses. Tercero: prepárese para militar políticamente en los siguientes cuatro años, exigiéndole al gobierno que quede, lo que será menos difícil con Giammattei, que se encuadre dentro de los límites constitucionales y que encamine a la Nación por la senda del progreso socio-económico y el efectivo combate a la corrupción. No lo olvide: cada pueblo tiene el gobierno que se merece…
"Publicado en la sección de Opinión de elPeriodico el 06 de agosto 2019"
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