“No hay que seguir dividiendo a la derecha, vos, vamos a votar por Giammattei”- dijo con gran convicción. “Pero si ya sabemos que está rodeado de probados mafiosos”- repliqué. “¡Ahh… -ripostó con contundencia - …pero ‘más vale mafia conocida, que mafia por conocer’…”
La buena noticia es que aún con sus millones, entregando ‘la bolsa solidaria’ y doscientos pepos cash en barriadas y caseríos, Sandra aún no ha podido comprar la Presidencia, y eso que va por su tercer intento. Eso y la inmediata denuncia de los acarreados y otros abusos, durante las votaciones, habla bien de la ciudadanía guatemalteca, a la que ‘ya no tan fácil se la pueden babosear’. La mala noticia es que los que pretenden capitalizar “el antivoto” de Sandra, son aquellos exchafas corruptos que vienen desde tiempos de Serrano, Ortega Menaldo y compañía, que parece quisieran salir del retroceso financiero que les provocó su relativo alejamiento del poder. Rodearán y ‘aconsejarán’ al doctor que era Director de Presidios cuando se soplaron –y silenciaron- a los sicarios policiales que estaban bajo siete llaves en tiempos de Berger, aquellos que asesinaron, para robarles su contrabando de dólares, a los guanacos del Parlacén. Pero “la derecha” nos recordará a Franklin Delano Roosevelt, con quien se quejaron unos nicas de Tacho Somoza, el viejo, y a lo que él replicó: “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Algo así como escoger entre ‘enfermarse de cáncer o enfermarse de Sida’, ésa es la peculiar disyuntiva que le plantea nuestra enferma “democracia” a los ciudadanos, “en segunda vuelta”…
En términos generales, según el RENAP, hay unos diez millones de guatemaltecos que tienen DPI (y quien sabe cuántos más no lo han adquirido por negligencia del ciudadano y otras veces, por la estulticia del propio RENAP). De esos que tienen DPI, dos millones, los más jóvenes en especial, no se empadronaron, porque no pudieron, o porque, francamente y vistas las cosas, no les dio la gana… De los empadronados, unos ‘se quedaron muy empadronados’ y sólo votaron aproximadamente cinco millones, o sea más o menos la mitad de los que tienen DPI. De los que votaron, la cuarta parte, poco más de un millón cien mil, votaron ¿en consciencia? por Sandra y la mitad de eso, unos seiscientos mil, votaron por el doctor. Muchos piensan que esos seiscientos mil nos impondrán al próximo Presidente a los otros nueve millones cuatrocientos mil ciudadanos con DPI que no votamos por él. Otra vez el dilema existencial de estar “entre la espada y la pared”. Pienso en cómo me pareció ridículo que Daniel Ortega ganara la Presidencia de Nicaragua con el 38% de los votos válidos unos años atrás. También pienso que como han demostrado los venezolanos, estando en el poder, basta con tener a un medio por ciento de desalmados incondicionales para imponer a un régimen al que la mayoría rechaza. Signos ominosos de un futuro cargado de premoniciones nefastas… ¡¿Cómo hiciste, Guatemala, para quedar sumergida en semejante desgracia?!
Pero ‘…no todo está podrido en Dinamarca’, como podría haber dicho Shakespeare, si hubiese venido de ‘observador internacional’ a Guatemala. Aunque ‘el sistema’ no le permitió a los nuevos actores políticos darse a conocer o discutir planteamientos frescos; aunque nuestros ‘representantes’ en el Congreso, se eligen ‘en listas’ fraguadas en la oscuridad; aunque con sus torpes, partisanas e interesadas sentencias, nuestras desprestigiadas Cortes trataron de ‘contener y encausar’ a la opinión pública; una inocultable disidencia ‘se coló’ a las curules del Congreso y sigue viva en variadas expresiones de nuestra sociedad. Al margen de sus banderías específicas, la institución parlamentaria, ha quedado ‘penetrada’ por esa minoría disidente. Allí están atrincheradas las esperanzas de la República. Un ejecutivo débil, el que surgirá de la segunda vuelta, un Congreso fragmentado aún a lo interior de los bloques (en donde muchos nuevos diputados ‘no se alinearán’), y feudos municipales honda y violentamente polarizados, bordean los linderos donde la legalidad empieza a ser cuestionada por la legitimidad: más ciudadanos votaron “nulo” en la planilla de Parlacén (un millón de votos), por ejemplo, que por Giammattei (aproximadamente seiscientos mil). En los próximos cuatro años, aumentarán las tensiones políticas, la sociedad buscará respuestas y el viejo sistema, ya no podrá, como antes, contener ese ímpetu. Con la irrupción del neo-fascismo de izquierda que representa el “movimiento de liberación de los pueblos” (MLP), financiado con el robo de energía eléctrica y la hipocresía de ciertos diplomáticos, los ciudadanos conscientes y amantes de la libertad seremos llamados con más frecuencia, por esa Patria aparentemente mansa y hoy postrada, a manifestar nuestra existencia, frente a los abusos de poder y también frente al abierto desafío de quienes dicen apostarle a la “alegalidad”. So pena de hundirnos con esta república que hace aguas, tenemos que construir auténticas opciones políticas, que le pongan un hasta aquí a este trágico empate entre los conservadores a ultranza y los neomarxistas, sean estos últimos solapados o descarados.
No cabe duda, ciudadano. La Patria reclama que no la abandonen sus mejores hijos en estos aciagos tiempos de turbación. Hay que permanecer vigilantes y recordarles a los gobernantes de turno la precariedad de su autoridad moral y cuán efímero es su control del poder. Que el pueblo está perdiendo la paciencia. Que ya no es tan fácil como antes, hoy hay tecnología y creciente consciencia. Y que ya sabemos que no hay escape: que es evidente que cada pueblo tiene el gobierno que merece…
"Publicado en la sección de Opinión de elPeriodico el 18 de junio 2019"
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