A mediados del siglo pasado, un gringo de cuyo nombre no quiero acordarme, pero que fue autor de varias novelas chuscas -como aquella titulada “Qué verde era mi viejo”- dijo que Guatemala no llegaba a país. Guatemala es ese lugar -dijo- “en el que hay piedras que flotan, madera que se hunde y en donde ‘como nó’ quiere decir sí”. El asunto viene a cuento porque no podemos negar que hemos construido una cultura fantasiosa y alambicada en la que nuestro gremio de güizaches, por ejemplo -y por mayoría cuasi absoluta entre su género- está dispuesta a aceptar que no puede contradecirse a la Korte de Konstitucionalidad (la KK), aunque ésta diga que la tierra es plana y que “nuestra Constitución es inconstitucional”. Sólo así se explica que -contra toda evidencia y dándole al idioma español un significado que no tiene- pretendan que el artículo 251 de la Constitución Política de la República (CPRG) no dice lo que dice y que el Presidente de la República no puede destituir a la Fiscal General, porque la hace poco adulterada Ley del Ministerio Público (LOMP) -de rango menor a la Constitución- dizque lo impide. “Tus planteamientos están al margen de la Ley y no tienen bases” me dice un archiconservador que leyó el Campo Pagado de ARDE, con toda convicción. No importa que el artículo 44 de nuestra Carta Magna diga taxativamente que “...Serán nulas ipso jure las leyes y las disposiciones gubernativas o de cualquier otro orden que disminuyan, restrinjan o tergiversen los derechos que la Constitución garantiza”; quizá porque no hay magia -fuera de la intervención de los dioses- que haga que entienda una cabeza de chorlito que no entiende. Esa cultura de sometimiento a la dictadura de la KK ha permeado tanto entre los chapines que hasta la sufren muchos de quienes la detestan, pues ahora andan algunos por ahí -por ejemplo- recomendando “convocar a una Consulta Popular” (CP), porque creen que sólo así se puede echar a la famosa Comosiama...
Que quede claro: es absurdo desperdiciar un recurso tan valioso como la Consulta Popular en algo tan pedestre como destituir a la Fiscal General. Eso es algo para lo que ya está plenamente facultado el Presidente por la Constitución. Reservemos la Constulta Popular para reformas de fondo de nuestro sistema político, como, p.e., la forma en que elegimos a nuestros diputados (que ya no debe ser por “listas de anónimos listos”) y la forma en que éstos eligen a los magistrados que hoy por hoy interpretan la Ley a favor del mejor postor. Es decir, utilicemos la Consulta Popular para de veras “meterle cuchillo” a esta hipócrita “democracia de fachada” que nos tiene en el subdesarrollo y el atraso. Aunque no nos llamemos a engaño: ya el pacto de corruptos (pdc) ha iniciado una campaña de desprestigio en contra de la Consulta Popular -de ésta o de una futura, más peligrosa para ellos- porque para lo que sí serviría de inmediato la CP es para confirmar -una vez más y por cachimbeada electoral- la enorme impopularidad de la Comosiama y de los desmanes del pdc en general. Así que como decían los remicheros del siglo XIX: a los zanates, a hondazos; la pólvora resérvenla para los verdaderos cuentazos...
Para esto de la destitución de la Desconsuelo hay que empezar por distinguir entre las excusas de los ultra-conservadores y sus verdaderas razones. Por excusa invocarán argumentos dizque jurídico-políticos, como que “es muy peligroso sentar un precedente que pueda servir en el futuro a un Presidente abusivo para tratar de pasarse por encima de la Ley”, como si alguna vez haya servido de verdadero freno a nuestros gobernantes corruptos, la correcta aplicación de la Ley. Dirán también que “más vale tener un mal árbitro, que no tener ninguno”; cosa que cualquiera que haya “chamusqueado” con los vecinos del barrio sabe que no es cierto. Así que hay que reconocer sus verdaderas razones: en el fondo, la defensa a ultranza del actual MP de la Comosiama, pese a sus inocultables falencias y abusos, es producto del temor visceral que el pacto de corruptos le tiene a que llegue al MP alguien que de veras persiga la corrupción y el crimen, porque muchos pararán en el bote, con sus fortunas malhabidas, confiscadas. Hoy por hoy, apuestan a que el trompudo del norte regrese a la Casa Blanca en breve y que eso les permita -según fantasiosamente imaginan- recobrar su antiguo poder. Además, este pdc se apoya en el irracional temor y en la solidaridad tribal de “la mayoría de la minoría”, que ve en Arévalo a un gobierno “chairo” que erosionará sus privilegios (regulando la economía como en los países desarrollados) y que desafiará sus prejuicios (dizque “lavándole el cerebro” a los niños y adolescentes con ¿“la agenda de género”?); por lo que -se dicen entre cuates- hay que “mantenerlo neutralizado” con el MP de la Desconsuelo, aunque la vieja sea de la mafia. Así que con ellos no es cuestión de argumentos racionales...
¿Y qué pasaría si un día nos desayunamos con la noticia de que -dado que el artículo 5 de la CPRG lo faculta a NO ACATAR disposiciones notoriamente ilegales de la KK- el Presidente destituyó a la Fiscal General y a sus principales secuaces? De inmediato armarán escándalo los cuatro gatos -¿cómo se llama aquel gordito que fue Presidente del Congreso, vos Inés?- que en el pasado han recurrido a las Cortes -como lo hacen muchos “empresarios” de Guatemala- para sacudirse a la competencia -en este caso, política- con argucias legales. Recurrirán a la KK, por supuesto. Pero ahí una unidad jurídica del Ejecutivo podría de inmediato poner en marcha el tipo de mecanismos dilatorios y retardatarios -primero hay que agotar ‘la vía administrativa’, muchá- para los que los del pdc “se han pintado” en el pasado, cuando se ha tratado de hostigar a quienes sí combaten a la corrupción. Un buen equipo de abogados del gobierno, en otras palabras, podría “entrampar” los procesos de los golpistas, según algunos abogados amigos, hasta que se haya vencido antes el período legal de la señora, que prosperar sus acciones defensivas. Simultáneamente acudirían a sus “cajas de resonancia”, para hacer alboroto mediático; y no faltará alguno, como ya ha hecho en el pasado el vocero de la Liga Pro-Nutria, que grabe un “mensaje al Ejército”, exortándolo a “poner orden” y a “salvar’ a la Patria. Hasta algo podría salir muy mal, existe ese riesgo. Pero también el pueblo explotaría de alegría y empezaría a manifestar su apoyo en las calles y plazas. La comunidad internacional que cuenta, “apacharía el ojo” entre diplomáticas sonrisas y podría propiciarse un claro reforzamiento de sus nexos y sus suministros a nuestras fuerzas armadas...
EPILOGO: Estando constitucionalmente facultado para hacerlo, la noche del 5 de mayo el Presidente Arévalo no rompió el nudo gordiano. Prefirió seguir la ruta indirecta, digamos “colegiada”, pidiéndole al Congreso reformar una Ley que según el Artículo 44 de la CPRG es NULA ipso jure. Ojalá me equivoque, pero eso saldrá políticamente tan oneroso como el tristemente célebre “paso al costado” de Samuel Pérez a mediados de enero. Otra oportunidad histórica desperdiciada. Otra grave decepción popular más...
Para ser publicado el martes 7 de mayo en la edición electrónica de “eP Informa”
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