“Ni Zandra, ni Sury / ni el tal Meme Conde / ¡pues es Timo Chenko / quien atrás se esconde!”. Ya el pueblo lo sabe, aunque los oficialistas finjan...
El pasado fin de semana se materializó la alianza entre el Partido Unionista y el Partido Valor, mediante la cual varios de los grupos más conservadores del país empiezan a “cerrar filas” para oponerse a una posible denegatoria de la candidatura de Zury Ríos, dictada por un TSE muy alineado con el actual gobierno y el cual ya dio muestras de su arbitrariedad en el caso de Roberto Arzú. Aunque la presencia de varios personajes que han estado muy cercanos a la actual administración de Timo Chenko pareciera desmentir la supuesta “caída de gracia” de la candidata de “Valor” con el Ogro (pues según los malpensados, se trata sólo de un consensuado “show” para “deslindarse electoralmente” del impopular mandatario), los temores de muchos archi-conservadores persisten. Y persisten porque según la sentencia de la CC de la primera mitad del 2019, el texto constitucional -cuya pertinencia y legitimidad es discutible y hasta derogable, pero sólo mediante procesos legales específicos- sigue vigente y su intención es clara: desmotivar los rompimientos del orden constitucional, afectando hasta a los parientes de los perpetradores.
En un país en el que “la Constitución dice lo que la CC dice que dice”, no obstante, el asunto se sale del ámbito jurídico y se zanja en el ámbito político. Por eso es que el asunto se consideraba ya zanjado -en momentos en los que la relación Sury/Giammattei era aún “de mieles”- cuando los abogados de la candidata desistieron, a principios de este año, de llevar su caso a término en la Corte Internacional de Justicia (de la ONU) y se conformaron con un “arreglo amistoso”. Éste, avalado por la instancia previa, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH, de la OEA), no resuelve nada jurídicamente, pero tiene un “alto valor simbólico”. El “arreglo” consistió en que el gobierno realizaría “dos campañas de sensibilización (y dos ‘foros’)... para promover la igualdad en la participación política de las mujeres”, a cambio de que la quejosa renunciara a “la indeminización económica” derivada de “la afectación de sus derechos convencionales”. En dos platos, “muy bonito”, pero nada jurídicamente exigible ni ante la CC ni ante el TSE, para propósitos electorales.
El problema para los ultra-conservadores es que Timo Chenko “se salió del huacal” y ha exhibido un errático comportamiento que desdeña los sobre-entendidos de un gobernante que ha gozado de la interesada anuencia de las élites (“si además de preservar al sistema, roba, pues que robe; pero nó tanto y sobretodo, que sea discreto”). Esto le ha granjeado un incómodo desprestigio creciente al país -y a su “sector privado”- por la descarada corrupción -y otros desmanes- de su gobierno. La posibilidad de que una vez electa -a diferencia de lo que él ha hecho con Jimmy- doña Sury “traicione” a Timo Chenko (como también teme haga Zandra), enviándoselo al Tío Sam o permitiendo que la administración de justicia local lo procese, es lo que aparentemente ha estado causando los amagos del gobernante; que para más incertidumbre, tiene presuntos achaques graves de salud que se han ocultado al público. Para el “mercadeo” electoral, por otra parte, el Ogro y Suguelito -gracias a su inmensa corrupción- tienen hoy más recursos que los que todo el CACIF puede destinar a tales fines. Es cierto que en Guatemala, los gobiernos (por ineptos y ladrones) típicamente no repiten, pero con un sistema diseñado -por el propio “sector privado”, en 1986- para que el poder se compre, el nerviosismo de quienes normalmente han “sub-contratado” el ejercicio del poder, es perfectamente explicable...
La fragmentación política originalmente diseñada para debilitar a la oposición “al sistema”, además, empieza a afectar ahora, también, a los conservadores: con el inocultable y creciente desprestigio de nuestra “democracia de fachada”, que acosa a los periodístas críticos, que “hace el oso” con sus descarados latrocinios y que persigue a los operadores de justicia que combaten la corrupción gubernamental, el conservador Partido CREO, por ejemplo, “mejor se vá por su lado”. Algo “por el estilo”, está también intentando el cínico exMinistro aquél, “el cachetón del puro” (el que le dio un “diploma del CACIF” a Daniel Ortega). También entra así a la palestra el conservador “azul israelí” y hasta hay grupos conservadores que viendo las espurias encuestas y “por si las moscas”, están apoyando “al francesito” diplomático, aquel de supuesta filiación social-demócrata. Son los conservadores que creen que ya no hay arreglo posible con Timo Chenko; pero los que aún lo procuran, todavía esperan que sí van a inscribir a Sury, a quien ya le perdonaron lo del “jueves negro” y en quien confían (como hace cuatro años hicieron con el Ogro) que tendrá una mafia más moderada, y que será una que tampoco afectará las dizque “sacrosantas reglas de juego” con las que se gobiernan los grandes monopolios y oligopolios del país. Y ni hablar del efecto divisivo -y hasta atomizador- del “saco de los siete enanos”, en donde casi toda “la sopa de letras” responde a difusas propuestas “de derecha”. Con el rol de “petate del muerto” a cargo (según sea el capricho de Timo Chenko) de doña Zandra o de la candidata de CODECA, entonces, la expectativa de que el ungido del gobierno llegue a segunda vuelta, y de ahí a “la mera macoya” del poder, ya no se ve tan inalcanzable...
El tema de fondo -para los ultra-conservadores- es que el sistema construido a partir del pacto de 1986 está dejando de garantizar el dominio de “la mayoría de la minoría”. Un sistema que se diseñó para que “los del pisto” (originalmente, los herederos del capital tradicional, supuestamente de mejor criterio y mejor informados que el gran público) fueran siempre los que impusieran al Presidente, al Congreso y a las Cortes, ha degenerado en un sistema en el que mientras más corrupto sea el gobierno de turno, mejores posibilidades tiene de garantizarse su impunidad y de perpetuar a su mafia de “nuevos ricos” en el poder. La élites tradicionales ven con espanto esta “rebelión de los guardaespaldas” -que amenaza convertirse en una dictadura corporativizada de larga duración- pero no tienen una respuesta institucional efectiva. La cultura de impedir el auténtico debate público, la inexistencia de verdaderos partidos políticos (con afiliaciones masivas, plataformas programáticas conocidas y democracia interna) y la restricción de la oferta eleccionaria permitida, está empezando a pasar factura. Y los que (de tanto practicarlo) piensan que el sistema para granjearse el voto es “sólo cuestión de pisto” y que las ideas no importan, están entrando en pánico. El gobierno de Timo Chenko tiene tomada casi toda la institucionalidad y tiene también, toneladas de dinero. Si se saliera con la suya, tendríamos dictadura para rato, “clavando”, también y para variar, a la propia élite. Pero no desmaye, ciudadano: el régimen no goza del favor del pueblo. Por eso, es la hora del 70%, de los que obviamente no quieren un despotismo “a la venezolana”, pero tampoco quieren que siga el dominio de los que impiden que las cosas, realmente, cambien.
Lo que Guatemala necesita es articular una propuesta política genuinamente reformista. Una que detenga la regresión institucional que echaron a rodar los ultra-conservadores y que meta al bote a todos los ladrones del erario, recuperando -para el pueblo guatemalteco- lo robado. Como dijo Bukele: “el pisto alcanza, cuando nadie roba”. Necesitamos un régimen democrático e incluyente que le devuelva la esperanza al pueblo. Que lleve satisfactores sociales mínimos a toda la ciudadanía. Que haga accesible la pequeña propiedad a nuestras mayorías. Que haga detonar la masiva inversión internacional en las obras de infraestructura que nos harán el Singapur de América. Que recobre nuestro liderazgo en Centroamérica. El electorado debe entender que todos los países del primer mundo, los del capitalismo moderno e incluyente, empezaron por desmantelar sus estructuras feudales. Que corrigieron las imperfecciones de sus mercados, regulando sus economías, para proteger a los más débiles. Que lograron que sus economías “capturadas” devinieran modernas e incluyentes...
El reto a superar es la dispersión de la oferta reformista. Que se logre hacer converger a todas las fuerzas que buscan el cambio genuino, hacia una República Auténticamente Democrática (ARDE). Así que no se desespere, ciudadano. Una gran sorpresa se prepara para las grandes mayorías. Entre las rendijas del sistema, un movimiento transformador, que hará Historia, está surgiendo. Y ahí entra usted, ciudadano. Con su rol crucial en la estructura informal de liderazgo de la sociedad. Para que haga su labor cívica “a nivel hormiga”. Para lograr que la inteligencia derrote a los dineros malhabidos. Enfrentaremos al régimen, ciudadano, porque sabemos que en última instancia, “cada pueblo tiene el gobierno que merece”. Recuerde: si no somos nosotros, ¿quiénes?; si no es ahora, ¿cuándo?
"Publicado en la sección de Opinión de elPeriódico el 13 de Diciembre de 2022"
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